Otra prostituta en la calle


Otra prostituta en la calle

Sus sonrosadas mejillas eran surcadas por gruesas lagrimas, mientras que su delgado y tembloroso cuerpo tambaleaba en las calles tan pobremente iluminadas de ese inhóspito barrio. Su frágil anatomía era envuelta por un vestido de lentejuelas negro, una de sus finas manos sostenía un inmenso cuchillo bañado en sangre, la cual goteaba con lentitud haciendo que ésta se mezclara con la suciedad de la calle, mientras que en su otra mano sostenía una botella de tequila casi terminada.

La joven mujer caminaba casi sin fuerzas dejando que el sonido de su llanto inundara los alrededores, ya no podía retener más aquellos sentimientos que la habían estado consumiendo durante tanto tiempo, la tristeza y el abandono que habían estado tomando lugar en su mente durante años se habían transformado lentamente en una rabia y en un odio que envenenaban su corazón y consumían su frágil alma sin dar cabida a otras emociones.

La pequeña chica inocente ya no existía, las cosas horribles que le sucedían y esos sentimientos tan negativos y venenosos la habían destruido, ya no podía regresar las cosas y tenía que vivir con todo aquello que finalmente provoco que cualquier rastro de amor o cariño que residían en ella se extinguieran en su totalidad.

Odiaba haber permitido que todo eso le sucediera y dejar que utilizaran su ser de cuantas formas se le ocurrió al que decía amarla, recordaba perfectamente cuando lo conoció aquella forma en que le había dado color a su vida y como le ayudo a apreciar las hermosas cosas que le pasaban, aquel único ser que había podido amarla, aunque solo fuera una mentira solo él la había mirado como si no existiera nada mejor que estar en su compañía y para ella así era, nada era mejor que pasar el tiempo con su amado Leonardo.

En aquel entonces se pensaba que era una presa difícil para hombres así, después de todo nadie se fijaría en la chica de amplias sudaderas con cabellos desordenados y unos lentes, eso era muy poco atractivo para cualquier persona. Pero todo eso llamó la atención del que fue uno de los hombres más importante de su vida y el que destruyó todo lo que era.

En medio de esa helada madrugada detuvo su andar para empezar a reír con amargura, dejando que el tequila y el dolor la consumieran a medio camino hacia la nada, en un último intento por sentir que seguía en aquello que llamaban vida, a través del dolor se preguntaba lo más hiriente posible, ¿En serio había sido tan estúpida para creer que alguien se enamoraría del desastre solitario que fue?

¿De verdad pudo creerse gustarle a alguien tan atractivo y perfecto sin ser una apuesta o algo parecido?

Se había portado tan dócil, había hecho todo lo que le había pedido, aprendió esos bailes que tanto repudiaba solo para que el de ojos azules le mirara únicamente a ella, había cambiado sus prendas holgadas por cosas cada vez más coquetas y hasta provocativas.

Las señales de lo que le iba a pasar estaban presentes, siempre portándose distante cada que se negaba a algo que quería, como un castigo a una mascota que se entrena, le enseñaba a beber y a ser coqueta. Debió ver lo que su mejor amiga le dijo en medio de una pelea y es que alguien que te ama no te cambia a voluntad solo porque ya no le pareces tan linda.

Pero, no sabía nada del amor ni de estar enamorada así que, simplemente cedió y en la última cita que tuvieron fue lanzada a una bodega donde había otras chicas de su edad... Los demás ya no quería recordarlo, no quería recordar las veces que lloró hasta dormirse, las que gritó pidiendo clemencia hasta quedarse sin voz, las veces que lloraba y suplicaba que se detuvieran que ella no quería.

No quería, no quería recordarlo y en el sucio lugar después del sonido del cristal rompiéndose contra el asfalto se podía ver una chica de no más de veinte años en un ajustado vestido y unas plataformas golpeando su cabeza con una pistola negra y su puño derecho, gritando de la frustración.

Ya no podía, ya no más, su cuerpo de desplomó sobre la húmeda carretera, lastimando sus piernas y dejando que el vestido terminara por rasgarse de su hombro derecho, dejó que el dolor la tomara, su llanto se intensificó y por primera y por última vez se permitió llorar a todo pulmón, dejó su dolor salir en alaridos.

Los había matado a todos, finalmente había tomado el arma de su cuidador y abrió fuego contra todos en el lugar. Mientras disparaba se percató de que había miradas fúricas, suplicantes, alegres, sorprendidas; a todas ellas las dejó congeladas en una escena clásica de sangre en un lugar iluminado con neón rosa y sillones de terciopelo rojo.

Después de eso tomo el arma de su comprador pero, antes de poder irse quería respirar el aire de su ciudad, ir a su parque favorito y a la biblioteca que fue su refugio durante años entonces tomo la botella de tequila barato que apenas lograron abrir y corrió lo más lejos e intensamente que le permitieron sus plataformas plásticas.

No lo logró, no pudo encontrar el camino, hacia años estaba ahí sin embargo no era la calle que recordaba de cuando tenía sus quince años, ésta era otra calle, más peligrosa, sin escapatoria. Como seguramente lo había planeado esa nefasta organización que la mantuvo cautiva tantos años.

Se iría así sin más, con las manos cubiertas de sangre, con su sangre infestada de alcohol barato, en ropa vulgar y con su maquillaje corrido por el sudor y sus lagrimas; se iría sin despedirse de sus seres queridos, en una calle de un barrió peligroso, completamente sola y sería solo otra más que se buscó todo lo que le pasó en su querido país, sus padres probablemente ni siquiera podrían ir a reconocerla en la morgue y aunque lo hicieran no sería reconocible.

Solo sería una nota roja en un día cualquiera, no pasaría a ser más que un cadáver en descomposición en la fosa común, acompañando a tantas personas que murieron sin ser reconocidas ni exigidas. Ella nunca fue una chica especial y con esos pensamientos le dio fin a su existencia, rompiendo por última vez el silencio del callejón y provocando que algunos se asomaran por el disparo, encontrando otra prostituta tirada en la calle.

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